Hermanos Menesianos
Esta congregación religiosa se funda en el primer
tercio del siglo diecinueve para "enseñar al que no
sabe"; destaca como su principal objetivo, además de
enseñar la religión de Cristo, educar y acabar con
la ignorancia.
Escudo: Eclesiástico, cortado y medio
partido: 1º en azur cruz de plata surmontada de una
estrella de 5 puntas de oro; en el centro, las
letras D, S; 1ª partición, en sinople un cabrio o
chevrón de oro, al pie ancla de plata; 2ª en plata
12 armiños de sable.
La Congregación de los Hermanos Menesianos
Esta congregación religiosa tiene una fecha, el de junio de 1.819 que jamás
olvidarán cuantos en ella se encuentran integrados.
Porque es entonces cuando Juan María Robert de la Mennais, Vicario Capitular de
Saint-Brieuc y Gabriel Deshayes, párroco de Auray y Vicario General de Vannes,
se ponen de acuerdo y ambos firman en Saint Brieuc el tratado de unión que les
asegura la convergencia de sus esfuerzos y que no son otros y según sus
palabras, que luego confirmaron con sus hechos, "de procurar a los hijos del
pueblo, especialmente a los del campo bretón, maestros profundamente piadosos".
Pero maestros que no solamente enseñen la religión de Cristo, sino también
educadores que hagan salir a la masa de campesinos del abrumador analfabetismo
en que se encuentran.
Para resumirlo con muy pocas palabras:
Enseñar al que no
sabe.
Así de fácil y así de sencillo sobre el papel, pero más difícil de lo que
pueda suponerse en la práctica si se tiene en cuenta la época en que esta
congregación fue fundada.
Que se iban a encontrar con numerosos inconvenientes
en su camino, no lo ignoraban ninguno de los dos fundadores, pero animados por
su fe, no dudan en entregarse con todo su ardor a la obra naciente.
Para eso, la
primera emisión del voto de obediencia tiene lugar en el retiro común de Auray,
el 15 de septiembre de 1.815.
Ahora lo que resta es el trabajo, la labor
misionera de educación llevada hasta sus últimos límites sin reparar en los
sacrificios y menos en los inconvenientes humanos.
Es por eso que la naciente
Congregación de los Hermanos de la Instrucción Cristiana crece rápidamente.
Pero hace falta un centro.
Y es en Francia la adquisición de un edificio por el Padre
Deshayes.
Como Padre de la Mennais, convierte a Ploermel, a partir de
noviembre de 1.824, en el centro de la Congregación.
Naturalmente, en un principio, las condiciones fueron muy precarias y no hace
falta hacer un gran esfuerzo de imaginación para saberlo.
Numerosos obstáculos
se hacen presentes y, sin embargo, la nueva Congregación, animada por sus
fundadores, se pone en movimiento y del centro parten los jóvenes para llevar a
las regiones más abandonadas de Francia no sólo la luz del Evangelio, sino
también movidos por la intención de enseñar las primeras ciencias profanas.
Hay que enseñar a leer y escribir a los que no saben.
¿Francia solamente?.
No. Esto sería reducir su campo de acción y lo que la nueva
Congregación desea es hacerse presente en todo el mundo porque sus fundadores no
ignoran que la ignorancia es general en muchas partes y esa ignorancia es a la
que hay que vencer siendo aquel que la recibe blanco, negro o amarillo, que el
el color de piel no cuenta para el verdadero cristiano.
Así que son muchos los
jóvenes miembros de la Congregación los que impulsados por su entusiasmo, cruzan
el océano y los mares, para llevar a los pueblos atrasados de América, y África
los conocimientos de los que tan necesitados se encuentran.
Debió ser una lucha titánica, pero la Congregación continuó adelante.
No obstante y aunque ya en la plena seguridad de futuro del Instituto al que ha
consagrado su vida, y rodeado del afecto de los ochocientos cincuenta y dos
Hermanos y de las Hijas de la Providencia de Saint Brieuc, una Congregación
religiosa que también ha fundado Jean Maríe Robert de la Mennais piensa que que
la obra todavía no es completa, que no ha hecho bastante.
Acaso ya adivina que
la muerte lo reclama y antes de abandonar la vida terrenal, dice al hermano
Cipriano, algunos días antes de su final como ser animado, hecho que ocurre en
Ploermel el 26 de diciembre de 1.860:
"Hijo mío, a tí te encargo que termines mi
obra."
Por su expreso deseo y respetando su memoria, los Hermanos de esta Congregación,
fieles a las intenciones de su fundador,
hay que destacar la expresión "su
fundador" con que se designa a Juan María Robert de la Mennais, porque
Gabriel Deshayes, es elegido en 1.821, Superior General de la Compañía de María (Monfortianos)
le dejó la dirección efectiva de los Hermanos de Ploermel, permaneciendo como su
superior hasta su muerte en la fecha que ya ha quedado citada) pues bien, los
hermanos de la congregación se esfuerzan en su labor, impartiendo en las
escuelas la educación cristiana y la instrucción a la juventud.
El apostolado misionero que dio comienzo en el año 1.837, continuó en la misma
línea en Guadalupe, Martinica, Senegal, Guayana, San Pedro y Miquelón, Tahití y
Haití.
Cierto que los acontecimientos de la política francesa repercutieron en ellos y
cuando se vieron expulsados de la mayor parte de los territorios mencionados, ni
dudan en trasladarse a Canadá.
Quede perfectamente claro que nos estamos
refiriendo a épocas ya felizmente superadas, no a la actualidad.
Esta advertencia debe hacerse para que no existan malos entendidos.
En el año 1.876, la Congregación ve reforzadas sus filas por una doble adhesión:
La de los Hermanos de Gascuña en el año citado, Congregación fundada por
Monseñor de la Croix d'Azollete, Obispo de Auch, y la de los Hermanos de Santa
María de Tinchebray, fundada por el sacerdote Charles Agustín Duguy.
Pero las malas épocas no han pasado para la Congregación: en el año 1.903 es abolida y
expoliada en Francia; lo que hace que el número de Hermanos descienda de dos mil
doscientos a poco más de un millar.
Más no por eso los que quedan pierden su fe,
ni se desaniman, ni renuncian a la meta que soñaron sus fundadores.
La Congregación consiguió mantenerse en su país de origen, Francia, merced a que
muchos de sus Hermanos no se sienten vencidos y desafían los peligros y las
posibles sanciones, trabajando en la clandestinidad.
Buscando nuevos campos de acción, la Congregación se implanta en Bulgaria,
Turquía y Egipto.
Su desarrollo cada día es mayor en Canadá donde ya estaba
presente a partir de 1.886.
Se establece en España, Inglaterra y los Estados
Unidos.
Pero existen otros países que están más necesitados de la labor de la
Congregación y así, esta se va extendiendo por África, Uganda, Tanzania,
Seyllelles, Kenia, Ruanda, Burundi y Zaire, y en América, Argentina, Uruguay,
Chile, y en Asia, el Japón.
Los Capítulos Generales sucesivos, paralelamente a la extensión territorial del
Instituto han complementado su organización e insistido sobre la unidad
fundamental que existe entre la vida religiosa y el apostolado.
La Congregación ha sabido adaptarse a los tiempos y por eso, superiores y
hermanos han comprendido que la eficacia de la acción depende un mayor nivel de
cultura, así como de una profunda vida espiritual alimentada por los
conocimientos bíblicos y teológicos.
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