LOS AZTECAS
Se trata de una Orden radicada en el Nuevo Mundo y,
como es obvio, asociada al Imperio Azteca que estaba
dotado de un cuerpo militar escogido en el que sólo
tenían entrada aquellos que pertenecían a la
nobleza.
Escudo de sable con cuatro círculos de aros
amarillos puestos dos y dos, con dibujos distintos
en cada uno de los cuatro.
Por regla general, cuando se habla de Heráldica se suele echar en olvido que no
sólo los pueblos occidentales la utilizaban y esto, aun así, a partir del siglo
XII o principios del XIII.
Ya hemos dejado indicado que las Cruzadas dieron un
enorme impulso al Blasón, aunque con anterioridad se hubiera utilizado, pero en
casos limitados.
Pero la Heráldica no es privativa de las naciones de Europa.
Otros pueblos la
utilizaron también.
Otro tanto ocurre con las Órdenes Militares:
Conocemos "las
nuestras", pero somos bastante ignorantes en lo que a otras Corporaciones de
este tipo mantenían otros pueblos, algunos despectivamente denominados
"salvajes".
Por ejemplo: Sin tener que trasladarnos a América, (algo que haremos
más adelante), en África, un pueblo por lo menos conocía y utilizaba la
Heráldica.
Nos estamos refiriendo a la nación Zulú.
Como tampoco es muy conocido
el hecho de que estos nativos africanos mantuvieron un Ejército con una
disciplina que poco tenía que envidiar a los europeos.
Este Ejército estaba
compuesto por Regimientos agrupados en los que ellos denominaban un "impi",
es decir, el equivalente a una división en los ejércitos occidentales, y para
diferenciarse unos de otros, es verdad que no utilizaban banderas ni
estandartes, pero cada Regimiento llevaba pintados en sus escudos determinados
signos heráldicos, diferenciándose así unos de otros.
En lo que respecta a América, cuando Hernán Cortes emprendió la conquista de
Méjico bien sabía él que se iba a enfrentar a un poderoso Imperio.
De haber
encontrado unidas a las diversas razas y pueblos que lo formaban, es evidente
que la conquista le habría costado mucho más, incluso es posible que no hubiera
podido llevarla a cabo.
Su suerte fue que la religión de los aztecas fue la
causa de su perdición.
Esclavizados a dioses siempre sedientos de sangre, los aztecas no vacilaban en
dominar por la fuerza a otros pueblos de su imperio para obligarles a
entregarles víctimas que eran sacrificadas a fin de aplacar a sus dioses.
Se calcula que los aztecas precisaban al año más de veinte mil víctimas humanas.
Adolescentes, tanto muchachos como muchachas, conocían la sangrienta Losa del
Sacrificio para que los "pabas", (sacerdotes), les abrieran el pecho y
arrancaran el corazón.
Naturalmente, los así dominados estaban deseando que se
les ofreciera la más mínima oportunidad para sacudirse el yugo azteca y vengarse
de ellos.
Basta el dato de que en el ejército de Hernán Cortés, llegaron a
combatir más de cuarenta mil tlascalas, aliados a los españoles para derribar el
aborrecido poder azteca.
Pero éste no es el tema de nuestro trabajo:
El tema es que también los aztecas
no sólo conocían la Heráldica y las Órdenes Militares, sino que usaban una y
otras.
Es conocido el escudo heráldico del emperador Moctezuma.
Nadie tenía
derecho a utilizarlo si no era él.
Naturalmente que es muy distinto a los
nuestros, pero, al fin y al cabo, la heráldica no tiene por que ser lo mismo en
todas partes.
Obsérvese también la reproducción de uno de sus dioses, el peor y
más sanguinario de todos:
Huitzilopóchtli, fastuosamente adornado con plumas de
quetzal, que en lengua azteca significa "pájaro mosca".
Pero el detalle que queremos hacer resaltar es el escudo, porque aún de extraña
forma, de eso se trata, que aparece en la pintura, siempre, en cuantas
reproducciones hemos contemplado de este dios de la guerra, la forma y el dibujo
es el mismo.
Una extraña cruz de cinco brazos y el círculo de aros amarillos,
con una faldilla en su parte inferior adornada con lo que podríamos denominar
roeles.
Hay una miniatura en el manuscrito B. A33-042 de la Biblioteca Nacional
de Madrid donde asimismo puede observarse la reproducción de un combate entre
españoles y aztecas.
Se ven perfectamente los escudos de los caballeros de
Hernán Cortés, con sus blasones pintados en ellos, pero el dato curioso es que
en los escudos de los aztecas asimismo pueden observarse pinturas y en cada uno,
el dibujo es distinto, o sea que, parece fuera de toda duda que correspondía al
que lo manejaba, distintivo suyo o de su familia o fracción tribal, lo que en
definitiva cuenta también es heráldica.
En lo que respecta a las Órdenes Militares, el Imperio azteca también las tenía:
en la reproducción de un guerrero, una miniatura que se conserva en el Códice de
fray Bernardino de Sahagún y se encuentra en la Real Academia de Historia de
Madrid, se ve perfectamente al guerrero empuñando un escudo pintado y por si
quedara alguna duda, al pie de dicho grabado se dice: "Azteca del tiempo de la
conquista provisto de escudo y espada y adornado con los emblemas de su
cofradía".
Efectivamente en el Imperio Azteca, que se conozca, existían lo que
podríamos denominar como tres Órdenes Militares, al menos que nosotros sepamos:
Los "Guerreros de Cholula", cuerpo militar escogido, al que no todos tenían
entrada; los "Caballeros Águila", otro cuerpo asimismo militar en el que
únicamente podían ingresar aquellos que pertenecieran a la nobleza del Imperio.
Como distintivo utilizaban un casco imitando la cabeza de un águila y,
finalmente, los denominados "Voluntarios de la Muerte", que cubrían su cuerpo
con la piel de un jaguar.
Este detalle se observa en otra miniatura que
reproduce un combate entre aztecas y españoles, y puede verse con toda claridad
a uno de los guerreros que cubre su cuerpo con la piel de dicho felino.
Hay más:
En ese mismo dibujo puede verse también como los escudos de los guerreros,
ostentan signos distintos.
El escudo de la nación mejicana no es sino la herencia de aquel que ya
utilizaron los aztecas para representar su ciudad, la rica e inmensa
Tenochtitlán.
Narra la leyenda que un águila, en la que se había reencarnado el
dios Huitzilopóchtli fue a posarse en un cactus llevando en el pico una
serpiente.
Esta imagen que perdura en el escudo de Méjico, no es otra cosa que
el legado heráldico de los aztecas.
En una de las páginas de un códice mejicano enviado a Francia para explicar la
situación de Tenochtitlán, ya aparece el dibujo del águila con la serpiente en
el pico posada sobre un cactus que crece en un islote.
Y en lo que respecta a
Genealogía, los aztecas también se preocupaban de ella:
El emperador Moctezuma,
poseía la relación completa de sus antepasados y en una pintura mejicana sobre
una hoja de pita, se encuentran los seis últimos emperadores aztecas.
Resulta sumamente curioso ver como los primeros aztecas convertidos al
cristianismo escribieron el Credo por medio de dibujos.
Quede para los
historiadores la narración de la conquista de Méjico.
Siempre se habla de
Moctezuma como un hombre de gran dignidad y refinada cortesía.
Quizás fuera así:
Pero lo que es evidente es que fue la víctima de sus propios sanguinarios
dioses.
Cuando pidió a Hernán Cortés que se reuniera con él en el "teocall" estaba
condenando a su pueblo a la derrota.
Cortés llegó al templo y subió las 114
gradas que conducían hasta su terraza más alta.
A medida que se iba acercando a
la cima, su impresión era mayor.
Se estaban celebrando los sacrificios.
Moctezuma recibía a las víctimas en una especie de altar, rodeado de sacerdotes
y de una puñalada abría el pecho de las víctimas para arrancarles el corazón.
Aquel espectáculo fue más que suficiente para que Hernán Cortés, decidiera en su
fuero interno acabar con tales sacrificios y para conseguirlo sólo existía un
camino:
La conquista de todo un Imperio.
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